martes, 14 de agosto de 2012

El milagro del tetrapléjico que volvió a caminar y a hablar gracias a su bebé



Mark Ellis es un joven británico de 22 años que, tras sufrir un derrame cerebral, se quedó completamente paralítico y perdió la capacidad para hablar, siendo el parpadeo y el movimiento ocular la única forma de comunicarse con los demás.


Los médicos le diagnosticaron síndrome de enclaustramiento (Locked in Syndrome) y comunicaron a su familia que las posibilidades de supervivencia eran mínimas, menos aún de recuperarse. Sin embargo, el milagro ocurrió cuando Ellis se despertó del coma inducido por los médicos tras la apoplejía e imitando a su bebé fue aprendiendo poco a poco a dar los primeros pasos y a pronunciar sus primeras palabras.

El accidente ocurrió dos semanas después de haber sido padre de una niña llamada Lola-Rose. Los propios médicos que diagnosticaron el cuadro clínico de este joven británico no daban crédito de su rápida recuperación, ya que el trombo obstruía el flujo sanguíneo a las partes cerebrales donde se procesa el habla. Es más, dentro de los primeros cuatro meses después de la aparición del síndrome, el 90% de las personas con esta afección muere.

La paternidad y las ganas de vivir

En un principio, y animado por su psicoterapeuta, Ellis comenzó a imitar a su hija recién nacida, quien ya balbuceaba y empezaba a caminar a gatas. “Mi marido hacía los mismos sonidos que la niña y cuando comenzó a pronunciar las primeras palabras, su padre también lo hizo”, relata su esposa, Amy Ellis, al diario The Guardian. Un proceso que se pudo dar gracias a que este paciente, al igual que el resto de afectados por el síndrome de enclaustramiento, preservó la conciencia y mantuvo intacta su voluntad, así como sus sentimientos y deseos.

El asombroso progreso de Ellis fue totalmente parejo al aprendizaje de su hija. De hecho, sus primeros pasos volvió darlos tan sólo una semana y media después de que la pequeña dejase de gatear para comenzar a caminar. En total, transcurrieron ocho meses desde que ingresó en el hospital hasta que volvió a casa usando un andador. Desde entonces, ha seguido avanzando en su dura recuperación siempre al lado de Lola-Rose. Ahora, ambos utilizan los mismos juguetes, libros, juegos e incluso el iPad, explica Amy Ellis, “para aprender a comunicarse y descubrir cómo se hacen las cosas”.

La recuperación en las personas afectadas por este síntoma es extremadamente rara, aunque los terapeutas recurren cada vez más a las emociones para estimular a estos pacientes, lo que ha tenido unos resultados inmejorables en el caso de Ellis. El neurocientífico de la Universidad de Cambridge, Srivas Chennu, explica que la inmensa mayoría de las personas que consiguen mejorar su estado de salud, siguen necesitando una silla de ruedas para moverse y ayuda para comer. Por eso, el doctor Chennu distingue como un hecho muy relevante que el paciente se haya recuperado hasta el punto de poder caminar y hablar. Un milagro que “probablemente” no hubiese ocurrido si no fuese gracias a la pequeña.

La realidad supera a la ficción

Las personas afectadas con síndrome de cautiverio o enclaustramiento tienen la capacidad de llegar a mover determinados músculos faciales, pero la gran mayoría de los pacientes no logran recuperar el control motor. Menos aún la capacidad de volver a hablar, como ha ocurrido en el caso de Ellis.

La mayoría de estos pacientes solo se comunican gracias a los avances tecnológicos que han permitido la creación de dispositivos para este fin. Uno de los más populares es el denominado método de Phil Kennedy, un reconocido neurocientífico que desarrolló un sistema de electrodos aplicados en la parte alta de la cabeza para detectar las señales del habla que trasmite el cerebro y luego traducirlas con la ayuda de un sintetizador. Más allá de los avances tecnológicos, muchos de los cuales han recibido serios cuestionamientos, la capacidad de superación humana parece no conocer fronteras y Mark Ellis es un buen ejemplo de ello.

La literatura y el cine han tratado alguno de estos sorprendentes casos, como la película Johnny cogió su fusil dirigida por Dalton Trumbo o la novela de Émile Zola Teresa Raquin. La vuelta a la vida de este joven británico de la mano de su hija demuestra una vez más cómo la realidad acaba superando a la ficción.

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